CIELOS INTERRUMPIDOS: PERDIENDO LA NOCIÓN DEL TIEMPO Y EL ESPACIO
Por: Del Pilar R.G.
El tiempo y el espacio pueden perderse bajo nubes tóxicas y halos de luz artificial. En el norte de Chile, la expansión de la industria minera es la principal causa de la contaminación ambiental de material particulado y de contaminación lumínica, gracias a la expansión de sus campamentos, resultando en efectos nocivos para la salud de los seres vivos que habitan la región y nublando el firmamento que nos conecta con el universo.
En la Provincia El Loa, territorio indígena que el pueblo Atacameño Lickanantay reconoce como Lickana, se ha instalado la megaminería desde mediados del siglo pasado, aportando más del 50% del cobre que se produce en el mundo[1]. La industria extractivista se extendió por la pampa, abriendo surcos y provocando la emanación de reactivos tóxicos y material particulado, dejando un aire espeso sobre la población y levantando campamentos en medio del desierto, iluminando kilómetros afuera, alterando la biodiversidad y la salud de toda la vida que habita este lugar desde hace siglos.
Para los pueblos indígenas, la bóveda celeste es fuente de conocimiento: de las estrellas y sus constelaciones surgen los calendarios, los puntos cardinales y las leyendas que explican los ciclos de la naturaleza. Con la astronomía se confirmó que los minerales también habitan el espacio, que incluso los átomos que componen nuestro cuerpo y todo lo que nos rodea es polvo de estrellas extintas, confirmando la cosmovisión andina de que todo lo que está arriba, está abajo.
Contaminación lumínica
Los astros dan cuenta del paso del tiempo, en las nebulosas está el pasado y el futuro, ver el cosmos y sus estrellas es crucial para entender el presente. La luminosidad de los campamentos y las plantas extractivistas, de las ciudades y de zonas urbanas, no sólo interrumpen la observación astronómica, también desconectan a los seres vivos de sus etapas naturales.
La Fundación Cielos de Chile[2] explica que “el incremento sustancial de la luz artificial en todo el mundo ha producido graves efectos sobre el medio ambiente, alterando actividades como la reproducción, la alimentación, el sueño o la protección contra los depredadores de muchas especies”.
El brillo artificial desorienta a las aves migratorias, causa la disminución de la población de insectos que alimentan a otros animales vertebrados e invertebrados, desequilibrando la cadena alimenticia, afectando la polinización y alterando la fotosíntesis de las plantas, efectos que interrumpen el sano ciclo del medio ambiente.
Contaminación ambiental
En la Lickana, la minería que se practica desde la Colonia transformó los territorios y desvió la mirada hacia abajo, transformando a la tierra en un mero recurso para fines extractivistas. La importancia económica que adquirió la industria dejó en segundo plano sus efectos invasivos, causando un fuerte impacto ambiental, como el que hoy aqueja a Calama.
Previo al crecimiento de la explotación privada, con la promulgación del Decreto Ley 600 de Estatuto de Inversión Extranjera en 1974[3], los cielos de Calama no eran tan diferentes de los que goza el Salar de Atacama (ubicado a 101 kilómetros de la ciudad). Entre los años 1974 y 1983 la inversión extranjera se expandió, y no fue hasta los años 90’ que la contaminación y los efectos en la salud de la población comenzó a ser un tema de preocupación.
Sin embargo, las acciones para revertir o mitigar el deterioro de los territorios han sido nulas. La comuna de Calama fue declarada zona saturada de Material Particulado Grueso (MP10) en 2009, sin embargo, aún no se ejecuta el Plan de Descontaminación Ambiental, que recién este 2021 fue firmado por el Ministerio de Minería[4], sin considerar las observaciones de la ciudadanía.
Bajando desde la cordillera por Alto Loa se puede ver una nube ploma que cubre Lasana, Chiu Chiu y Calama, ciudad que ha sido insultada por ser explotada, pero donde aún se pueden apreciar los atardeceres multicolores y las noches brillantes que luchan por penetrar con su luz el muro de la contaminación.
El proyecto Cielo Nocturno es una de las iniciativas que nos interpela a la protección de los cielos limpios, como los que aún se pueden disfrutar en Atacama La Grande donde las condiciones climáticas y geográficas favorecen la observación astronómica de quien disfruta la oscuridad de la noche